miércoles, 28 de julio de 2010

Estrella Benmaman:


UNA TRAYECTORIA MARCADA POR UNA HOJA

Por: Inés Muñoz Aguirre

Ella va por allí moviendo su melena crespa de un lado para otro, con cuerpo de mujer y gestos de niña, como quien juega con lo que la rodea pero sin duda a pesar de la miopía, viendo más allá de  donde vemos el común de los mortales. Se trata del oficio además de la humanidad, porque cuando se es artista plástico como Estrella Benmaman, todo alrededor adquiere otra dimensión. Y esa visión distinta de las cosas se encuentra en plena muestra en el Café Buomo en Altamira. Allí las paredes fueron recubiertas de unas obras donde la tierra, el metal, la madera forman una mezcla que habla por si sola. Una exposición que tiene vida por sí sola y a la que su creadora denominó “Como el que juega”
  ¿Por qué la pintura?
 Bueno, la pintura es como el medio más rápido y yo soy muy impaciente. También me gustan otras cosas, me gusta la escultura, el grabado, me gustan todos los medios de expresión. Cuando descubrí la pintura no sólo me resultó el medio más rápido, sino el más cercano.
¿Cómo se produjo ese descubrimiento? 
Empecé con artes más pesadas, luego me fui a México a estudiar grabado sobre metal y me encantó. Encontré un medio maravilloso porque cazaba el dibujo con la escultura y con cosas así como alquímicas. Entonces me encontraba con que tenía un taller chiquito y dibujaba mucho. Entonces descubrí que era mucho más inmediata y se convirtió en lo que hago en mayor cantidad. 
¿Cómo llevas adelante tu carrera?
Bueno, hay varias corrientes porque también depende del espacio, a veces le piden a uno un proyecto para un espacio determinado o trabajas algo muy especifíco. En este momento estoy trabajando con Zoe Bolívar en un proyecto de una instalación que vamos a llevar a Margarita, que incluye sonoro, video, dibujo, lo cual lo hace integral. En la intimidad de mi proceso es que me quedo con el dibujo, el trazado, la pintura.
 ¿Cuál es la temática especial y recurrente de tu trabajo?
La hoja como elemento de contacto con la naturaleza, pero a la vez como símbolo de una cosa muy femenina. He trabajado con esta temática durante diez y ocho años.
 ¿Y en esos diez y ocho años, qué sucede, la hoja evoluciona?
  Si y además cuando crees que ya está vencido como tema, y que ya le sacaste todo lo que podías, te das cuenta que no, que todavía puedes seguir. Es como un lenguaje que he encontrado a través de la hoja, pero donde la hoja también aporta.
¿Será cómo qué te habla?
Es como un medio, un universo. Yo he tenido períodos distintos, más fértiles, más oscuros, más tristes, menos atormentados, más atormentados y es increíble ver cómo me aparece ella como símbolo sobre todo. No es una cosa nada más de retratar las hojas del medio ambiente. En estos días iba subiendo al Avila y veía las hojas en el piso a pesar de que soy miope y le comenté a las personas que me acompañaban, que yo veía esas hojas en el piso y pensaba esto es lo que yo quiero dibujar. Eso es como un detonante y dejan de ser como una contemplación nada más. Es algo que sale de adentro, como el trampolín para decir muchas cosas y las uso a ellas como un medio, como un comodín.
 ¿Qué cosas buscas decir a través de ellas?
 Ah, por eso es que yo no soy escritora. Porque si lo fuera sería mucho más valiente y diría todo de una manera que la gente lo pudiera leer. No, yo soy cobarde, misteriosa. Digo cosas que yo estoy pensando y se transforman en esos dibujos y los entiendo yo y alguien que de repente esté muy cerca y sea perspicaz
¿Cómo crees que la gente asume el mensaje de un artista plástico a través de su obra?
Eso varía muchísimo. Me doy cuenta que hay artistas que debes conocer todo el cuento y la literalidad, el concepto, para entonces conectarte con su obra. Ver lo que se pretende. Yo creo que lo que varía del arte hoy en día es la relación del público con la obra. Es mucho más libre, variado, amplio. No hay una sola forma de relacionarse con el tema. A lo mejor yo estaba pensando en una cosa y lo plasmé allí, pero vas a agarrar algo de lo mío y vas a construir tu propio rollo cuando veas mi trabajo. Creo que eso pasa  con el arte, con lo musical. Esa es la suerte, que no necesitas percibir el trabajo de una sola manera. Está ahí para que la gente se relaciones como pueda y como le parezca.
El arte era más de contemplación, pero obviamente parte de ese cambio está impulsado por el artista. En tu exposición Como el qué juega, hay una obra que llama mucho la atención que es la de los imanes que está llamando a jugar, a interrelacionarse con ella, a intervenir en la pieza…
Si, pero esa es una intervención real en la que estás moviendo cosas, yo me refiero a lo que pasa cuando tu entras a un salón y hay una cosa minimal y cada quien va a tener una percepción propia que se daba nada más en ese espacio. En una cosa muy alternativa y contemporánea. Lo que pasa con la pintura no pasaba antes cuando sólo era mira qué bonita, la composición, la técnica,. Ahora trae un concepto aparte, complemento y la relación es nueva, ante la pintura,  la fotografía.
 Cómo se llega a una obra como la que hacíamos referencia de tu exposición?
 Esa obra fue para mí, la que hizo que toda la obra que estaba allí tuviera un sentido más completo, más redondo, porque fue la última pieza que hice para esa exposición. Antes,  “ Como el que juega”  era egoísta, era mío, mi parte lúdica, mi cosa del humor, mi trabajo y un poco como a la ligera, porque también vengo de periodos muchísimo más atormentados, entonces estuve paralizada varios años,  que no terminaba de decir, bueno qué es lo que va a pasar ahora, cómo va a evolucionar esa hoja, será que la tengo que abandonar y hacer algo nuevo. ¿Será que me tengo que meter en las corrientes tecnológicas, y las cosas que está haciendo la gente que es más joven que yo y que ha tenido una formación distinta? Eso se convirtió en un tormento y dejé de trabajar. Hace tres años hice una pieza que se llamó El último, porque me plantee que era el último cuadro que hacía así. De hecho me dio una cosa en el brazo y todo. Entonces mi expresión se canalizó por otro lado, me dediqué a sembrar , a cocinar,  a bordar. Y bueno,  a veces escribo pero no puedo con la escritura, todo lo que escribo lo boto porque tiene muchísimo peso. Yo soy muy voluble y muy variable entonces eso de dejar algo tan fuerte como lo escrito, no.
Pero la pintura tiene esa misma forma, tal vez lo que te sucede es que tu como creadora te interrelacionas de una forma distinta.
Claro, porque la pintura para mí entra como en un plano más onírico, soñoliento, íntimo, privado, entonces creo que la gente no está leyendo todo. Sin embargo me ha pasado que una vez con un desconocido, me leyó clarito y de hecho esa obra la destruí.
¿Te viste cómo desnuda?
Bueno, esa fue la sensación que tuve en mi primera exposición individual y la odié.  Yo tengo una cosa que es que aunque no parezca soy tímida. Cuando tuve todo  mi trabajo en una sala y la gente comenzó a llegar, la imagen que vino a mi mente es que yo estaba clavada en la pared, desnuda, y que todo el mundo me veía por dentro y por fuera. Eso no me gustó y me lleva a no entender cómo es que la gente persigue la fama y el estrellato. A mí me cuesta mucho mostrar mi trabajo como lo hice, por ejemplo ahora,  también fue un poco bajo perfil, en un lugar que no es exactamente una  galería  y  con los amigos, porque me da un poco  de vergüenza.
¿Cómo  estableces la relación con la gente que adquiere tus cuadros, que significa que alguien se lleve algo que hiciste, que es tuyo?
 Hasta ahora he tenido la suerte que toda la gente que se ha llevado mi trabajo me cae bien y los conozco. Eso me da como confianza de entregarle una parte mía, porque sé que la van a custodiar con cariño.
 ¿Tu lo ves como dicen muchos que para el artista el resultado final de su trabajo es como un hijo?
 Es como yo misma, más que un hijo, porque un hijo no es tan tuyo como la gente cree. Yo no lo veo así, lo veo más bien como una parte de mi misma.
 ¿Cómo se inicia en ti el proceso creativo?
Esa es una pregunta excelente, porque no sé cómo se inicia. Es como un trance creador y estás en  esa especie, que es como estar entre un exorcismo y un orgasmo. Además no siempre me acuerdo como fue el proceso. Hay trabajos en que yo empiezo a trabajar, porque lo dibujo y luego lo recreo o lo que sea. En cambio, hay otros que no es así, que es a la inversa, que empiezo a descargar allí una gran masa de color y eso me empieza a hablar de lo que va saliendo, la figura, las letras. Hay como dos formas de hacerlo…
 ¿Es decir qué puede suceder que la obra te sorprenda?
Siempre, porque aunque lo tenga muy claro y sepa por dónde va la cosa, es como que si tuviera su propia vida. Es como que si el consciente no domina todo, hay una conexión como entre el corazón, la mente y el brazo y la parte racional no tiene poder sobre todo eso.  El proceso finalmente lo concreto, en que primero tengo la idea, luego tengo la urgencia, esta inquietud interna de que salga una cosa y luego hay que resolver  los problemas prácticos para llevarlo a cabo. Es maravilloso porque entras en una sintonía perfecta. Una vez estaba haciendo un trabajo con un tema que era el diluvio universal. Vi claramente lo que yo iba a hacer, pero salía en busca de unas piecitas de metal de un centímetro por tres, no sabía dónde encontrarlas. Después de tanto buscar un día entré en un taller y el señor que atendía me mostró una pieza, me dijo será algo así y él, tenía un pote lleno esas piezas que yo necesitaba. Después me fui a la playa, le dije a mi familia que necesitaba  un palo que hubiera sido acariciado por el mar, nos fuimos y sentados en la orilla preparándonos para desayunar vimos como en el mar vino flotando aquel pedazo de tronco, casi perfecto. Es decir que se integra lo que quieres, lo que encuentras y lo que se te aparece.
¿Los pintores ven distinto a los demás?
Una vez tuve un descubrimiento muy interesante porque yo pensaba que todo el mundo veía como yo y le dije a mi mamá: “bueno tu sabes , así como cuando tú ves todas las luces como estrellas”, entonces ella me dijo que ella no veía así.  Ese descubrimiento lo podemos trasladar a esa otra forma que tengo yo de ver las cosas, porque antes yo pensaba que todo el mundo veía la vida como yo y resulta que no, pero yo tampoco sé cómo ven la vida los demás.
¿Cómo llegas al color? Me di cuenta que en las obras que forman parte de tu exposición las tonalidades están llamando hacia la tierra.
Naturalmente.  Siempre fue así mis colores favoritos los que me llaman son los colores naturales, no fabricados. Aunque todos los colores están en la naturaleza, encuentras los fosforescentes, los fucsias.  Yo siempre hecho broma y digo que yo hago pintura rupestre. Es como lo más básico con lo que yo más me identifico. De hecho cuando estudié en México tenía unos amigos con quien compartía el taller y uno de ellos usaba rojos y morados. Yo soy más bestia, ruda, rústica con los colores

EL PROCESO MÁS ÍNTIMO

 ¿Cuándo trabajas como lo haces?
No me molesta ni la compañía porque puedo estar aquí y de repente me entra la musa. A veces claro es muy delicioso estar allí en el taller, donde todo es silencio, no suena el  teléfono, no tengo que salir buscando a nadie.  Siempre cada cosa tiene alguna influencia. A veces me detengo y me da mucha rabia porque me entretengo pero después pienso, oye pero que chévere que corté, porque entonces miro de afuera lo que estaba haciendo. Yo tengo una relación muy libre con lo que hago, a veces digo que a lo mejor no estoy pintando pero todo lo hago artísticamente, siempre tengo la misma disposición creativa con cualquier cosa que esté haciendo.
Mencionaste la familia en una parte de tu proceso…
Si, tan bellas. Tengo dos hijas y ellas me comprenden y un ex esposo que en ese momento me acompañó a buscar el palo. Ellas son increíbles porque yo soy una excelente mamá pero no soy una mamá convencional y creo que todo lo que hago es un buen ejemplo para ellas. Yo quiero que si ellas quieren realizarse en algo por más fuera de lo convencional que sea, pues tienen que seguir esa inquietud. Una vez que fui a Israel a hacer una instalación bellísima que se llamaba Suvenir Tropical, llevé como 50 dibujitos de hojas, las llevé para un desierto, entonces la gente iba y hacía un dibujito que dejaba allí y se llevaba uno de mis dibujitos. Antes de yo irme a ese lugar tan lejano me daba mucho pesar dejar a mis hijas atrás y eso me generó mucha angustia. Luego conversando, con ayuda y todo me di cuenta que lo mejor que yo podía hacer era que si mis hijas se daban cuenta que yo había sido invitada para aquello y voy, yo iba a ser mejor ejemplo que si declinaba aquella invitación y me quedaba en mi casa. Tengo la suerte que ellas me entienden.
 ¿Cómo se relacionan con el hecho creativo?
Es automático, cuando me meto a trabajar, ellas se meten conmigo en el taller y empiezan a trabajar ellas también. Eso me enseña a conocerlas con otros ojos.
  ¿De dónde te viene a ti, esa relación con el arte?
 Yo recuerdo un parquecito infantil cuando era muy chiquita y alguien me preguntó lo típico que se le pregunta a los niñitos ¿Qué vas a hacer cuando seas grande? Y yo dije artista, con la convicción de que ese era el camino, aunque en el momento me pareció una palabra muy grande. Después recuerdo que mi papá tenía un chorro de sensibilidad y un talento enorme para dibujar pero no se lo permitió. Yo tengo una colección de dibujos del, de los años 56 y 57 y son bellísimos, en lápiz, el no luchó por aquella pasión pero si lo disfrutó, yo vi a mi papá dibujando. En mis trabajos para el colegio era él quien me ayuda. Fuera de eso yo no tuve contacto con artistas ni con gente bohemia sino como hasta los 15 años que ya comienzas como a despegarte de tu casa y los amigos que más me llamaban la atención eran los que habían estudiado en Londres o el que su papá era un escultor. Esa gente me encantaba y yo me metía a estudiar teatro, expresión corporal para estar en contacto con aquella gente que no era del mismo círculo en el que yo estaba acostumbrada. Finalmente tuve la suerte de estudiar en un colegio muy grande donde conocí gente maravillosa y eso fue una gran influencia.
  ¿Finalmente como canalizas aquellas inquietudes?  
Buen cuando ya tenía como 24 años que ya era una mujer hecha y derecha, que había estudiado en la universidad educación preescolar porque me gustaban los niños y no había podido entrar en Arte en la Central, vino una amiga a mi casa a enseñarme sus dibujos y le pregunto dónde estaba haciendo eso. Ella me habla del Instituto Federico Brandt en San Bernardino donde se hacía un taller libre y es allí donde empecé formalmente mi trabajo como artista, me metía en todas las clases. Conocí a gente maravillosa como María Eugenia Manrique, Guillermo Abdala, Samuel Baroni, tuve muy buenos profesores. Cada vez que podía viajar era a ver  exposiciones a hacer cosas. Me lo tomé muy en serio
¿Piensas que en ese momento elegiste una carrera a la que le diste continuidad?
  Si creo, porque  también habían señoras que eran amas de casa y que tomaban un cursillo de dibujo, pero yo no, yo dije esta es mi forma de educarme para algo que yo quiero hacer en serio, y comencé a buscar bibliografía, a solicitar recomendaciones. Luego tuve un maestro maravilloso como Luis Panier que me abrió como los horizontes, por otra parte mi hermano que ha sido un grandísimo apoyo me decía tú tienes un lenguaje, yo te admiro porque no vendiste tu alma como hay gente que por ejemplo diseña un calendario para vivir, yo si he aceptado a veces no tener tantos recursos económicos pero a cambio de que me dedico al arte exclusivamente.
En medio de todo esto pasas tres años sin trabajar, ¿Cómo te enfrentas a esos años de parálisis?
Con grandísimo remordimiento. Mi psiquiatra dice que lo último que se restaura después de una crisis es la creatividad. A veces sentía culpas, pero también me dije no me voy a forzar, aquí hay una gestación, algo va a salir porque siempre estoy trabajando en mi cabeza, tengo muchísimos proyectos que no han dejado de ser ideas y no por eso tienen menos valor. Hay una corriente filosófica que te dice que todo proyecto que no se lleva a cabo no existe. Yo no creo eso, yo creo que hay muchas ideas maravillosas que ya el solo hecho de que se te haya ocurrido es una obra estupenda. También hay corrientes importantísimas que te dicen que el arte no existe sin la confrontación, yo no me puedo pelear con esa postura, pero yo creo que no siempre hace falta la confrontación.  Afortunadamente después de esperar ahora no me alcanza el tiempo para hacer todo lo que estoy haciendo.
¿Y ahora hacia dónde vas?
Voy a hacer un trabajo sobre el amor, enlazado con los amuletos, los altares. Estoy trabajando sobre eso. Voy a Shangai  a la expo mundial porque uno tiene que ver lo que está haciendo la gente en el mundo, porque a veces uno se encierra para ver su proceso interno y no hay que perder las influencias externos.

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