miércoles, 28 de julio de 2010

Alirio Rodríguez

CUANDO UNO ENTRA DE LLENO AL PROCESO DE LA CREACIÓN  SE ASUSTA,
ES VIDA TRADUCIDA EN OBRA.

Por: Inés Muñoz Aguirre


En medio de una tarde lluviosa hacemos camino bordeando El Avila, para llegar al taller de uno de los más importantes artistas plásticos de nuestro país. Buscamos a Alirio Rodríguez, el mismo Premio Nacional de Pintura,  con representación en el Museo de Arte Contemporáneo, Museo de Bellas Artes, Galería de Arte Nacional, Museo Alejandro Otero y Fundación Celarg. Responde a nuestro llamado de inmediato, esperándonos allí en la puerta del viejo edificio  que lo ha visto año tras año sujetarse al pincel; con la fuerza que sólo tiene en sus manos un hombre convencido y firme ante sus ideas. Ese mismo hombre que  Presentó recientemente una exposición en la galería D´Museo, muy ligada a una serie del año 76, que se llama Ante el abismo.
-          De allí el título de la razón suspendida. Para mí el hombre es la razón, el todo. Cuando al hombre se le priva o se le intenta agredir su razón, su pensamiento, su libertad, el hombre flota en una especie de abismo donde no le cabe más que la congelación y allí permanece.
-          Efectivamente, ese hombre desarraigado de la razón se coloca al borde del  abismo…
-          Por supuesto, pero tomando en cuenta que no es un desarraigo volitivo, no parte de él, muchas veces es una sensación a donde lo llevan y él se encuentra en eso.
-          Hay una posición política, como siempre la hay en toda creación…
-          Evidentemente. El arte como social es un problema que nace con el hombre, no podemos desligar el arte en el sentido antropocéntrico del nexo político. El arte y la cultura es un todo. Nunca una cosa marcha divorciada de la otra, a menos que uno sea un artista sin compromiso, con el hombre y con la humanidad
-          ¿Cuál es la diferencia entre el 76 y el 2010?
-          No hay diferencia realmente, hay una evolución de un campo a otro.  En la década de los sesenta es cuando se revela en mi pintura el planteamiento que ha sido eje y centro, columna vertebral de todo mi trabajo. Ese eje ha ido siempre enhebrándose, como una suerte de discurso en el que el hombre va identificándose y poniendo su propia imagen, hasta hacer de sí mismo una suerte de iconografía de la humanidad. De tal manera que las diferencias no pueden haberlas porque el discurso sigue siendo el mismo, que se va re-encontrando en diferentes tiempos. Yo creo en la evolución desde el punto de vista de lo que puede ser permanente no lo contingencial. La contingencia está presente como lo está en toda nuestra vida, pero creo en la representación, en la obtención de valores que nos haga tener asideros.
-          ¿Cuál es el nexo entre el color y ese sentimiento?
-          Es muy difícil que desde el punto de vista cromático yo me pueda identificar con el elemento color como una unidad. Mi obra hay que registrarla en el blanco absoluto que se absorbe y representa toda la gama cromática. En los años 70 yo trabajé en un proyecto que se llamaba “La velocidad del color”. Yo le atribuyo a la gama de colores cálidos una velocidad distinta a la gama de los fríos, es decir, los azules, los verdes que se desplazan a una velocidad mayor. Los colores cálidos son de aguante, de soporte. El vitral de la Corte Suprema por ejemplo está inundado de azules, porque es una invocación a la justicia donde naturalmente a través de la fuerza del azul y su velocidad, puedo inscribirme en ese potencial que podría ser ese anhelo del hombre por la justicia durante todo la historia
-          ¿Cómo se aborda este proceso, hay un cálculo frío que le permite determinar la manera como trabajará o hay unas pasiones que se arrebatan en el lienzo?
-          Las dos cosas cuentan, pero es muy importante aclarar que cuando uno programa la creación plástica, traza el diseño, termina siendo un ilustrador histórico. En mi caso yo voy hacia el reto del espacio bidimensional absoluto. Lo que se va produciendo en ese proceso creativo es lo que va diciendo, que puede ser aquello que estoy plasmando. Esa es la razón de las series, por eso encuentro puntos de apoyo entre una y otra para que la obra siga deshilvanándose.
-          Aunque hayan pasado mucho más de treinta años de la serie Ante el abismo, en ella se tiene un reflejo que tiene que ver con la aproximación a una situación, y en la expresión de la técnica. Ya existía una propuesta en ese sentido
-          El pintor que hace  una serie pasó la serie, no hay más; pero el pintor que agarra de la serie una especie de hilo con el que va tejiendo su discurso es otra cosa. Yo me encuentro en ese grupo. Es inevitable que hayan vasos subyacentes que determinan la presencia del ser en la obra, en eso yo creo fundamentalmente. Yo no creo que el artista sea representante de una época determinada y punto y ya está. El creador es una consecuencia de una multitud de causas que vienen desde Aristóteles para acá. Somos el efecto de una causa fundamental que es motor del universo. Mueve el hombre a crear, lo impele a hacer.
-          ¿Ese motor tiene que ver con Dios?
-          Por supuesto.
-          ¿Quién  o qué es Dios para usted?
-          Sería un lugar común pero realmente para mí, Dios es todo. Soy un creyente con las libertades propias que Dios mismo le da a uno, para enfrentar las dudas  que puedan salir adelante, en relación a nuestro trabajo, a lo que hacemos. Para el artista en general  no hay dudas, cómo podría explicarse si viendo lo que uno hace  no cree en Dios. Uno es el resultado de esa acción, uno es creador en segundo o quien sabe en qué lugar, somos una consecuencia. Somos el efecto de una causa extraordinaria del universo.
-          Es decir, qué todo artista es un creyente?
-          Si, yo creo  que definitivamente la creencia es algo que no podemos negar, porque hasta la no creencia significa una postura de fe, que es lo que realmente nos hace ser habitantes de un tiempo, ubicados en un tiempo determinado.


DE UN ESTADÍO A OTRO
Hablar con Rodríguez significa la profundización de los conceptos. En definitiva una forma de vida. Una vez que entramos en su estudio descubrimos no sólo las paredes llenas de obras que siempre esperamos descubrir en el estudio de un pintor, allí está una vida ordenada en lienzos, libros, revistas, catálogos, pinceles, pinturas. Mesas organizadas reflejando un orden que aun en medio de sus más grandes pasiones, lo debe conducir a saber donde tiene cada cosa necesaria para su trabajo. Lo impecable del espacio habla por sí mismo de quien es impecable en cada palabra y en cada gesto.
-          Cómo ha evolucionado lo figurativo en su obra?
-          Hay un libro mío que tiene unos veinticinco años, de reflexión. Hablo de la necesidad de asirnos de una poética pictórica que hiciera válido el lenguaje de nuestra plástica en función de todos los conocimientos que pudieran unirse o afrontar los hitos, los hechos de la evolución de la plástica misma.  Lo que para otros es algo que ya se fatigó que no da más, para mi es lo contrario. La bidimensionalidad sigue teniendo una vigencia extraordinaria sólo que depende del talento humano que esa vigencia se haga válida.
-          Sus personajes están inmersos en un espacio cósmico…
-          Efectivamente de eso se trata, yo pienso que el ser humano es algo que se re-propone, que en cada periodo, en cada ciclo de su ser como plantea Heidegger, cada círculo va inscribiendo y reseñando al hombre en su hacer durante toda la historia de la humanidad. Por eso pienso que tal vez los personajes de mi pintura sean seres que redibujan un entorno que les es propio y en ese marco de vacío, de espacio, el teje su hábitat inmediato
-          Desde el punto de vista creativo y desde su claridad conceptual, cuando usted ve hacia atrás, ¿Qué ha dejado en el camino?
-          He dejado el sudor y el trajín de un esfuerzo que afortunadamente está dando frutos y ha venido dándolos. Encuentro que hay un discurso coherente que puede ser una voz que acudió a su responsabilidad recordando ese principio de la responsabilidad del artista que habla Jean Maritain.  Esa suerte de responsabilidad del artista que nos toca y que nos obliga como a retratarnos y de hecho ser el espectro o la radiografía de la permanencia del ser, en su esencia. En todo lo que puede ser el fundamento del hombre a través del diseño de una nueva humanidad, coincidiendo de nuevo con este gran filosofo.
-          ¿Cómo confluyen los artistas de nuestro país, qué los une?
-          Lo que nosotros hacemos es lo que está haciendo y pensando esa especie de elite que nos une a todos, es una suerte de amalgama en donde todos estamos gravitando y es natural y lógico que existan referencias entre uno y otro. Lo que me obligó a mí a salirme de ese planteamiento que envolvía a la figuración venezolana de la década de los sesenta es precisamente la formulación que hago en el libro sobre la necesidad de enfocarnos hacia un nuevo panorama de la pintura venezolana, que hiciera un registro de nuevas posibilidades, de nuevos estados de concordancia con la naturaleza en donde el hombre dejara de ser un pasivo y pasara a ser un activo presente.
-          ¿Hasta dónde profundiza ese tema en su libro?
-          En ese libro es donde está el propósito de mi trabajo y que será analizado  en los años venideros cuando ya uno no esté. Se sabrá si realmente fue un planteamiento que cumplió con lo que se comprometía a cumplir o si sencillamente se abortó. Yo creo también que cuando uno se enfrenta con el pasado hay reminiscencias con el presente, que tiene mucho que ver con la anécdota que hemos contado y eso indica que hay allí una obra; de lo contrario no es obra hasta que no haya la responsabilidad de una vida al ras de eso. Ese es el momento donde se puede hablar de una obra. Creo que ya es hora de que yo empiece a hacer mi equipaje para el viaje definitivo, no es que crea que sea tan inminente pero si, ya uno está en una edad donde tiene que sacar cuentas y ver hasta donde su propio mensaje tiene que dejarle a las nuevas generaciones, a su país y saber hasta que punto el mensaje que uno ha formulado es coherente, no es disperso y no es etéreo.
-          Dentro de ese proceso y con esa conciencia sobre lo que se hace, de dónde siguen surgiendo las ideas?
-          Siempre y cuando haya la posibilidad de no repetirnos en el mensaje que decimos, en la obra que hacemos y no haya fatiga en el orden cromático de la expresión de nuestro pensamiento, en esa medida hay obra virgen todavía. Hay mucho que decir. Por eso es que cuando  yo veo en mi entorno inmediato en relación a los otros artistas venezolanos considero que cada uno  lleva su propio discurso y eso es algo muy importante. Yo creo que cuando me tocó el momento, la llamada de atención para formular un requerimiento y un planteamiento, lo hice a través de dos causas que fue la de la reflexión a través de “Carta a nadie” que es el libro sobre la figuración en general y a través de los resultados plásticos de la obra.
-          ¿Cuál es la obligación del artista?
-          Yo creo fundamentalmente que el artista tiene por sobretodo la obligación de consustanciarse con su pueblo. No estoy hablando de que sea una pintura social, estoy hablando de que precisamente tiene que haber una consustanciación entre el motivo y la razón de ese motivo.
-          Bajo esa metodología reflexiva, cuando termina un cuadro que queda en él que realmente lo sorprenda?
-          Yo nunca termino un cuadro, por lo general termino tres o cuatro cuadros al mismo tiempo, porque lo que me enseña un cuadro lo aprovecha el otro y lo que considero un fracaso en uno, viene el otro y lo rescata. No hay nada mientras trabajo que recuerde al método, ni al sistema tampoco. Yo creo que en la medida que nos ordenamos con una razón, se cuadricula el espacio de vida que tenemos. No significa que dejemos de creer en el albor, en la magia, en esa cosa extraordinaria que puede suceder y que no sabemos qué es lo qué es. Hay una frase de Picasso muy buena, el decía que muchas veces en la mancha negra de un pincelazo o de un chorro de color, había una expresión figurativa mucho más figurativa que realidad; y es verdad. Muchas veces a uno le suceden cosas durante el proceso de creación, donde se está produciendo algo que tu todavía no sabes lo que es, es en ese momento donde yo reconozco la presencia de Dios, porque es cuando me digo “Dios mío, pero yo no hice esto”, entonces, allí la emoción es tremenda, uno entra en comunión con lo que se produce y eso es lo que nos reconcilia y nos regaña. Es como para entender que eso que hacemos no es nuestro, es de los otros y para los otros. En esa medida la responsabilidad es mayor.
-          Cuanto se tarda el proceso de un cuadro o de esos varios cuadros que parecen actuar como personajes independientes?
-          Hay cuadros que se pueden llevar hasta seis años. Creo que es muy difícil pensar que uno termina un cuadro realmente. Tal vez Leonardo tenía razón cuando decía que era imposible decidirlo uno, porque siempre hay un algo que te llama. A mí me cuesta mucho trabajo cuando tengo que considerar terminada una cosa, en razones que el procedimiento posterior así lo requiere, como sucedió con el vitral de la Corte Suprema de Justicia. Yo tenía que entregar un anteproyecto y eso iba seguido por un proyecto. Una vez que ya está instalado el vitral, 750 metros de luz vuelvo a pensar en él y me digo, pero bueno si eso ya está listo.
-          Pero tiene que producirse el desprendimiento
-          Diría que cuando los cuadros se van a la exposición, ni siquiera cuando los firmo. A veces cancelo la firma y sigo porque son exigencias que están allí, dentro del ser humano.
-          ¿Cómo  fue el traslado del lienzo al vitral?
-          Cuando pensamos en pintura, hacemos una veladura y sin ningún problema pasamos de una a otra. Unos matices pueden generar una suerte de paso, pero en el vitral no. Pasar de una veladura a otra implica corte de vidrio, ensamblarlo en la pestaña de plomo, dormir la pestaña de plomo, soldar la pestaña de plomo y luego meterla en el marco que va. Es tremendo. Es muy duro, muy difícil. Por eso duró su realización cuatro años, fue un trabajo realmente muy agobiante, porque es muy difícil el paso de un lenguaje a otro y en el mosaico el problema es más o menos igual.
-          Proceso además que implica trabajar con otros especialistas
-          Visite catorce talleres  y presenté una terna al Ministerio de Desarrollo Urbano quien decidió con quien iba a trabajar, lo bueno es que la decisión fue acertada porque el taller es de mucho crédito desde hace muchísimos años. Ellos son responsables de la manutención, de toda la vitralistica de Champ.
-          ¿Qué fue lo más difícil en el proceso?
-          Hay un momento del paso de una técnica a otra que es sumamente duro. Para hacer un vitral tienes que hacer muchos planos, pero cuando llegas al plano de los plomos. Eso lo tiene que diseñar el artista porque si se traiciona en el paso de los plomos, ya la fuerza lo hace otro. O sigues el decreto que viene de un patrón del siglo XII o te pones de frente y comienzas a imaginar.
-          Vividos todos estos procesos y experiencias en la conformación de su obra, cuando ve hacia el pasado que cambiaría?
-          Hay una frase que yo tomé de las reflexiones porque para mí es rotundamente cierta, el tiempo no pasa, el tiempo está. Es tan simple, pero quien administra, quien habla, quien descubre, quien reversa sobre el tiempo, es el hombre. El hombre es el registro del tiempo, en consecuencia  no hay pasado, presente o futuro. El presente es la gestación que sigue existiendo en la conjugación entre el pasado y el futuro y de allí que ves a algunos artistas jóvenes en su exceso de fe expresar algo como “eso es pintura tradicional”, nada es pintura tradicional, eso es una invención del intelecto humano. Es el hombre quien determina lo actual o no. Mal puedo responderte yo, que avizoro para el futuro. Yo soy sencillamente un intérprete que tengo una noción que dar y esa noción de mí quedará. Esa es la única recompensa que le queda a uno para dar las gracias por haber vivido.  Somos un ente finito jugando con valores infinitos.

1 comentario:

  1. excelente e ilustrativa entrevista para comprender el trabajo del maestro Alirio Rodriguez

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