domingo, 1 de noviembre de 2009

JOSE DOMINGUEZ:


“No siempre las mayorías tienen la razón”

Por: Inés Muñoz Aguirre

Hablar de José Domínguez, es hablar de iluminación, actuación, dramaturgia, dirección, producción. Seguramente son muy pocas las disciplinas que no haya ejercido este hombre en su carrera teatral. Este año han sido varias las obras de teatro que bajo su producción o bajo su dirección han estado en cartelera y aun cuando manifiesta estar tomándose un tiempo, quienes le conocen saben que trabaja sin parar. Quizá con cierta ansiedad porque no le dejo prender un cigarrillo habla atropelladamente, pero con la claridad de quien a estas alturas de la vida sabe lo que quiere y como desea hacerlo. Con la claridad de haber vivido en el mundo del teatro, curtiéndose a fuerza de trabajo constante, de lucha por lo que se cree y lo que se quiere.

- ¿Cómo ves un teatro que pareciera estarse mercadeando muy bien, que maneja buena publicidad y que está ofreciendo risas y caras conocidas?

- Estamos cayendo en hacer divertir al público y yo no sé si llegará el momento en que el público se aburra también de tanto divertirse. Creo que al público hay que ganarlo para todo tipo de espectáculo y de propuestas….

- Así es, hay que ganarlo, hay que trabajar como creo que se ha venido haciendo hace mucho tiempo con la idea de que el público se interese por asistir al teatro. Educar para crear una costumbre…

- Si, se ha intensificado en los últimos años, lo que se puede llamar teatro comercial han proliferado las salas comerciales y yo me he querido meter en ese mundo también, para ver como es y eso no está mal, que se abran salas, que se lleve mucho público a la sala. El problema es que se puede llevar el público hacia un solo tipo de obra y de sala y me preocupa, porque eso como que se agota.

- Aunque también se discutía sobre este tema hace unos cuantos años atrás. La gran interrogante siempre estaba en si había que banalizar contenido para conquistar el público necesario o si era posible conquistarlo con un teatro mucho más elaborado que el que estamos viendo…Creo que finalmente lo comercial ha vencido.

- Nosotros somos criaturas de los 80, lo que algunos llaman el teatro de oro en Venezuela. Se ha perdido lo que se puede llamar el teatro del arte. Las obras tienden a no tener escenografías, tienden a un vestuario limitado. Hay poca experimentación. Nosotros nacimos en un mundo de experimentación desde la universidad. Yo recuerdo cuando estábamos en Autoteatro, no nos interesaba si había mucho público o no, con 10 ó 15 espectadores nos sentíamos cómodos, más bien lo extraño era sentirse cómodos con 100 personas o 200 espectadores. A mi particularmente me gusta por eso la Sala Rajatabla porque podemos llevar máximo 100 ó 120 espectadores. A mi me gusta trabajar para públicos de 60 personas. Esos son espectadores que vienen a buscar otra cosa. A mi me pasó ahora con Rajatabla con la obra de los Victorinos, con “Cuando quiero llorar no lloro”, vino bastante público, a veces teníamos 120 personas, a veces se llenaba la sala pero yo sentía que los espectadores disfrutan la obra de una manera distinta a como se afronta el teatro comercial.

- Sin embargo el gran tema está en que toda obra debería producir para recuperar la inversión, asumir sus costos y ¿Por qué no? Generar ganancias…

- Si, el teatro siempre tiene que ser comercial de otra manera, pero me refiero a esa actitud en la que el público va como a buscar la risa, a buscar el chiste, que aunque a veces las obras, las comedias tienen un cierto trasfondo, es como que si eso se perdiera por el relajamiento del público. El miedo que me da es que se pierda ese teatro de esencia, honesto, de autor, un teatro que trabaje las problemáticas que existen hoy en día en el mundo.

- ¿Hay causas concretas?

- Se han perdido las salas que recogían ese teatro, como el Ateneo de Caracas. Yo recuerdo que en el 88 se me ocurrió producir una obra que se llamaba Baño de Damas, que la dirigió magistralmente Ibrahim Guerra y tuvimos mucho éxito de público. Hubo una crítica de todo el sector, críticos, periodistas, de cómo el Ateneo de Caracas montaba una obra de ese estilo. La obra era de Rodolfo Santana y te das cuenta que ahora hay una necesidad como de comercializar todo, tu ves a muchos directores y autores que se van fácilmente hacia el teatro comercial. Van dejando el otro. Yo creo que el verdadero problema está en que se deja a un lado el indagar lo que nosotros somos. Se han dejado aquellas cosas como el último intento del Festival Nacional de Teatro donde había obras maravillosas que tocaban diversos puntos de la sociedad y sus inquietudes. No sé si el mundo tiende también a eso.

- ¿Y en cuanto al surgimiento de nuevos talentos?

- Hay proliferación de muchos grupos, como dispersos. Antes había como un norte. Rajatabla marcaba una línea, el Theja, la Compañía Nacional de Teatro, el TET, uno tenía como confrontarse, ahorita no. Todos somos culpables porque además hemos tendido a aniquilar esas instituciones y a buscar como nuevos Mesías teatrales y los críticos tratan de encontrar el nuevo genio del teatro venezolano y tienden como a menospreciar la labor de alguien que le ha podido llevar construir su carrera, 20, 30 ó 40 años. Está bien, la juventud trae las nuevas formulas, pero están como más dispersos, aparte de que nos quedan muy pocas salas que son entonces para montar dos o tres espectáculos el mismo día, entonces tienes que trabajar con escenografías que salen, son sillas, muebles, cosas fáciles y el gran espectáculo teatral se va como perdiendo.

- ¿Y en medio de ese panorama como puede ser asumido el gran espectáculo teatral?

- Bueno, por otra parte cuando a alguien se le ocurre hacer un gran espectáculo teatral no se le apoya, se le trata de destruir. Yo a veces quedo extrañado de cómo lees en los impresos, en un blog, a críticos que te alaban un espectáculo de dos sillas y al de mayor envergadura tienden a destruirlo.

- ¿ Y en especifico como ves la crítica hoy en día?

- Se ha perdido el gran teórico, creo que hay una crisis a nivel de críticos. Por eso es importante que salgan este tipo de publicaciones como Publicarte, porque hay muy poco peso en la gente que está escribiendo sobre el espectáculo. No salen trabajos de investigación sobre el teatro y los que se llaman críticos te encuentras con unos gacetilleros hormonales que me espantan, verdaderamente. El crítico tiene que separar lo personal de lo que hace, hay una persona que te puede no caer bien, pero su trabajo es su trabajo y sobre eso es lo que hay que escribir.

EN EL CAMINO DEL DIRECTOR

- ¿Cuáles son los valores que tomas en cuenta para la elección de una pieza?

- Yo trabajo mucho por intuiciones y por el material que me llega. Muchas veces me llegan materiales de obras que a veces no están bien conformadas, pero siento que hay algo que trabajar. Es el caso de un texto que me llegó recientemente de Carlina Fernández, que se llama “Mujeres Invisibles”, aunque la autora todavía no tiene la experiencia teatral, hay unos elementos en ese material que me llaman mucho la atención. Además que hay una fuerza por parte de esa persona para comunicar. Ella plantea su propia visión de la sexualidad, quiere decir cosas.

- ¿Qué temas son de tu mayor interés?

- A mi me interesan las minorías, me interesan los perdedores. Yo definitivamente trabajo temas que me llamen la atención. A mi me interesan las obras que en su momento digan algo y que haya un grupo de personas que estén interesadas en eso. Una persona puede influenciar a muchísimas más. Al final el teatro es suficiente con una persona en el escenario y una que escuche. En la forma de llegar al público contribuyeron mucho los Festivales Internacionales. Se trajeron obras que iban para todo tipo de público y recuerdo que las programaciones se hacían pensando en el tipo de público al que queríamos llegar. Si era masivo te traías Els Joglars, pero para un público más selecto se buscaba “Crimen y castigo”, o “Las tres hermanas” dirigida por Shapiro. Uno no puede trabajar todo el tiempo para la masificación. Para ello tiene que existir una variedad de salas. Además yo creo que no siempre las mayorías tienen la razón.

- ¿Cuando ves a tu alrededor en este momento, cómo ves ese compromiso que debe existir con los que se hace de los dramaturgos y directores con el teatro actual?

- El teatro en Venezuela es un enfermo que goza de buena salud siempre. Yo realmente no sé cual debe ser el trabajo de los directores y de los dramaturgos en general. Creo que el teatro tiene que ser un teatro de compromiso. Yo creo que se habla mucho, se politizan las ideas. Se habla de que la cultura tiene que seguir este o ese camino. Se habla de oposiciones y de ideas socialistas pero noto que el dramaturgo cuando va a escribir no lo hace sobre eso que tanto se discute. Yo veo directores que van a las marchas, que hacen declaraciones en contra del gobierno y entonces lo que se hace no refleja nada esa problemática. Yo observo que el discurso personal no va con el discurso teatral. A lo mejor se mete algún chiste sobre la temática pero no veo las obras de los dramaturgos, no veo el teatro político. Hay como un miedo, no sé también si tiene que ver con pensar que si se escribe sobre este tema no se les va a dar el dinero para montar. Cuando yo voy a montar me importa poco quien me va a dar el dinero, si son de acá o son de allá, me interesa el proyecto.

- Además de “Mujeres Invisibles” ¿qué otros proyectos tienes en este momento?

- Tengo en proyecto Poncio Pilatos, es un texto que indaga sobre el poder y el manejo del poder. Ese lo quiero trabajar para Rajatabla. Ellos querían que estrenáramos este año para octubre, pero creo que la he dejado porque yo todavía no le he encontrado el ganchito por donde va. Además, trabajar sobre el poder es un tema que ha identificado la estética de Rajatabla. Lo que Carlos Giménez mostró en el mundo y muy pocos investigadores han indagado sobre eso, hablan sobre los montajes, sobre Carlos, pero se ha ignorado lo que se decía en las obras en ese momento. A nivel social, político e individual.

- El camino con Rajatabla ha sido largo y constante…

- Lo bueno que yo he tenido en Rajatabla es que me ha dejado desarrollar mis proyectos, nunca me han impuesto algo. Los proyectos han nacido de mí. En el caso de “Cuando quiero llorar no lloro”, se le solicitó un trabajo a Rajatabla un proyecto por los 100 años de Miguel Otero Silva, ya se había hecho “Oficina Número 1”. Yo me plantee que “Cuando quiero llorar no lloro” le podría interesar al país y que podía decir algo, a un lado y a otro de este país polarizado. Creo que el discurso se adecua mucho a los discursos que se están manejando hoy, pero creo que también chocó a los dos bandos, porque dice verdades. El trabajo, la adaptación la versioné yo, trabajé con 70 personas, un grupo que trabajó más que yo, con una entrega maravillosa. Creo que allí pasaron unas 10 generaciones del TNT. Fue un trabajo colectivo como todo lo de Rajatabla.

- En cuanto a qué el trabajo chocó a los dos bandos, también es consecuencia de la polarización…

- Con “Cuando quiero llorar no lloro”, estaba claro que esa es una obra de izquierda. Pero lo cierto es que hay una deformación general. Cuando fui a presentar “Señor Presidente” a Manizales, había un periodista que me preguntaba si esa era una obra en contra de Chávez. ¿Y cómo va a ser eso? Si esa obra la escribió Miguel Angel Asturias en 1967.

- ¿Cómo ves hoy en día a Rajatabla?

- Rajatabla es una personalidad que va más allá de todos nosotros y eso, hay gente que no lo quiere entender. Vive más allá de los que la fundaron y a veces nos obliga a Alfaro, a López , a mi, a hacer cosas. Lo cierto es que las instituciones tienen que ir más allá de los individuos.

- Sin ser brujo, pero en base a la experiencia adquirida a lo largo de estos años, ¿Qué avizoras para el teatro venezolano?

- El teatro siempre existirá, tiene una fuerza propia aunque toda la vida ha estado en crisis. El problema que puede existir es en dónde mostrar,. Sobre todo nos preguntamos sobre aquellos espacios que no necesariamente tengan que llevar multitudes de gente, por otra parte, si hay salas con censura, quizá habrá que irse a trabajar en espacios no convencionales. Pero siempre saldrá gente que no se deje llevar por la moda y el facilismo.

1 comentario:

  1. Estupenda entrevista de Inés Muñoz Aguirre, realizada al director Jose (Pepe) Dominguez, que desmenuza el teatro actual, en Venzuela y apoya el teatro de contenido,no convencional con la pasion que lo caracteriza.

    Las preguntas punzantes de Ines, van llevando a su interlocutor, a que exprese, sus conceptos y necesidades de un teatro, que aparentemente se ha dejado de hacer , un teatro amordazado y con miedo, segun Jose Dominguez. El mismo da una idea general de como el teatro acude a la comedia, y posiblemente porque el publico, ante la realidad, trata de refugiarse en la Comedia, que siempre ha existido paralelamente con el Drama, desde que los griegos inventaron la Tragedia.

    Una buena vision sobre el teatro venezolano, que lucha como siempre sin apoyos substanciales para sobrevivir, Pero el teatro, como dice Jose , aun tiene buena salud a pesar de todos los obstaculos por los que esta pasando.
    Ruben Rega.

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