lunes, 25 de enero de 2010
Astrid Lander:
EN LA POESIA EL POETA PARECE ORAR
Por: Inés Muñoz Aguirre
Ella recorre el Camino de Santiago de punta a punta, con una mochila a cuestas y en esa mochila comienza a sintetizar su vida. Ella escribe, escribe, escribe y se pelea con las soledades. Ella está detrás de la formación de quienes por crear buscan la disciplina y el origen de la palabra en un salón de clase. Licenciada en Letras y en Artes reúne en su equipaje sus poemarios “La distancia por dentro”, “Azul.ejos” “se es. Poemas novelados” Ella corre, hace, conecta para presentar los libros de otros poetas, sin que la sombra del egoísmo haga mella en el gesto. Astrid Lander presenta su nuevo poemario, Una presentación en la que decide compartir lo que comía en el camino,con una presentación a manera de poesía visual, donde busca una correspondencia entre los versos y las fotos que tomó con una camarita desechable. Ella lee los poemas mientras se van viendo las imágenes que de por sí tienen incorporado cada verso. En ese libro que ahora ve la luz, ella resume la ruta de las estrellas después de haber dejado sus huellas amarradas a las de tantos otros peregrinos, las retoma para brindárnoslas, invitándonos a descubrir que cada uno tiene su propio camino, a pesar de que todos seamos capaces de seguir las flechas amarillas que nos guían hacia el final del mismo. El libro está allí, respirando su propia vida…
También es un camino de gusanos
y fuerte olor a vacas
- Es decir que vas a conducir a la gente a hacer el camino ¿Por qué el camino de Santiago?
- Yo quería buscar un espacio determinado, en un tiempo determinado. A veces uno siente que vive como en piloto automático. Nos ocupamos tanto que como que nos apartamos y caminamos ajenos a uno. Yo tenía un “bajo” en ese momento y necesitaba un camino. Cualquier camino, cualquier senda es válida. En mi caso tomé el Camino de Santiago, suponiendo, porque fui incrédula, aquello de que como el camino pasa justo debajo de la vía láctea y en cada pisada mueves la energía del influjo de los sistemas estelares, algo de verdad puede haber en eso porque hay un delirio. Yo creo que el camino se prestó para crear un delirio en mí. Reí, lloré, recé. De hecho este poemario se presta a tener ese tono místico, como un libro de oración, porque yo soy de las que piensa que en la poesía, el poeta ora.
- Si tuvieras que sintetizar la experiencia, ¿A qué te llevó el camino?
- Me llevó a una contemplación, a una búsqueda, a un volver al centro.
- ¿Y cómo surgió en ese delirio la escritura?
- Te cuento que fue un brasileño que venía detrás de mí, que como a los tres o cuatro días me hizo la observación porque yo no me estaba dando cuenta, era tal el delirio en que yo estaba y esas anotaciones fueron creando el poemario
- Pero ¿Cómo lo hacías, caminabas y escribías?
- Yo salía desde temprano en la mañana, a las siete de la mañana a cubrir mi ruta. Es una ruta que haces en 32 días si caminas unos 20 kilómetros diarios, para llegar a los 790. Contemplar el camino, seguir el camino, la serena magnificencia que tiene ese camino. Me puse a escribir a hacer anotaciones, una especie de crónica poetizada como que si anduviera con una cámara en mano, como registrando lo que iba viendo y sintiendo.
- ¿Qué sentías?
- Sentí de todo. Volví a sentir, prefiero decir eso. Yo había llegado a un momento en que estaba desorientada, había pasado por la muerte de un padre, que eso te quiebra unas columnas impresionantes y por eso decidí arrancar, alejarme de todo, cero celular, cero internet. Dejé de comunicarme para concentrarme otra vez y volver a retomar mi centro, buscar la paz y esas cosas tan sencillas. Allí simplemente por la simplicidad de que la mochila no te pese en el camino, uno se da cuenta de las cosas que uno necesita realmente.
- ¿Cómo te arreglaste?
- Bueno, fui dejando cosas en el camino, cosas inútiles, iba dejando y dejando, ya no era solo mi mochila la que estaba liviana, era yo también, como liberada, me desaté.
- ¿Qué liberaste?
- Las ataduras que uno se pone. Uno se va como poniendo obligaciones, deberes. Pero a la par de esas obligaciones de esos deberes, también tiene que haber la búsqueda de uno mismo, de deleitarse con la vida. Ver el otro lado de la vida, el lado divino.
- Si habláramos de colores en esos lados. ¿Qué colores tendrían?
- Blancos
- ¿Divinos?
- Si. Pero acuérdate que también hay que ir a la oscuridad para poder salir. Hay que sumergirse para buscar lo perdido. Hay que limpiarse. Uno está tan saturado, tan demandado de tanto ruido que hay que buscar el silencio también.
- ¿lloraste?
- Si mucho y reía también
- ¿Por qué llorabas y por qué reías?
- Cuando estás ahí en medio de la nada se tocan como los polos, viene una hipersensibilidad. Es insólito, una experiencia fuera de lo común, es algo que te viene de adentro y lo manifiestas sin miedo, sin tabú.
- ¿En ese camino, qué descubrías?
- La sencillez de la gente. Descubrí por ejemplo, que me sorprendía la vejez. Una vejez que en la parte de Galicia todavía estaba recogiendo castañas. Viejitos todavía trabajando y felices en medio de esa soledad, de esa naturaleza.
- ¿Qué te agotaba?
- Busqué no agotarme. Primero hay una resistencia física, pero también hay una resistencia espiritual. Reconozco que a mitad del camino, cuando uno anda por Castilla, las rutas se hacen muy planas, muy lentas, hay mucha distancia entre un pueblo y el otro, ahí en algún momento me resistí y llegué a preguntarme ¿qué hago yo aquí? Porque uno está solo. Ese es un camino para hacerlo solo y los peregrinos vamos espaciados unos de otros. Cuando uno se encuentra lo que se dice es “buen camino”, por eso ese es el título del poemario. No importa la nacionalidad, no importa la lengua que hable el peregrino. Es como un código, como una bendición.
- ¿Qué te conmovía?
- Lo cercanos que podemos estar a la naturaleza, que pertenecemos a ella, que venimos de ella. Es lo primero en el volver a encontrarme. Piensa un poco en Cavafis en ese poema tan hermoso de Ítaca, que lo que importa no es a dónde vas, sino lo que vives en el mismo recorrido, para descifrar el universo de tus emociones, el volverte a reconocer.
- ¿En la medida en que caminabas, cómo quedaba Santiago?
- A la hora de la verdad ya ni importaba. Yo llegué a Santiago y seguí caminando y por eso es que llegué a Finisterre, que es como tres días después de Santiago. En el Medioevo lo consideraban el fin del mundo. Como dicen los escaladores, el regreso está cuando vuelves a tu lugar de origen, a tu casa.
- ¿Cómo ese caminante que empezaste a llevar adentro, te comunica lo qué hacías y cómo te agarras a ello?
- Yo dejé que mi caminante escribiera todas las impresiones de lo que estaba vivenciando en ese momento, lo que estaba viendo, sintiendo, palpando. Yo dejé que eso se escribiera. Después viene el concentrarse y el visualizar por donde pasaste.Confieso que apenas llegué a mi casa, tenía unas ganas terribles de volverme a ir. Es mucha la paz que se vive ahí, claro, es un retiro, es un contacto. Quedan muchas imágenes que las busco, porque quedan ahí
- ¿Cuál era el contacto, el encuentro con los otros peregrinos?
- Nos encontrábamos en las noches, en los albergues. Como a las 5 o a las 6 de la tarde llegas al albergue del pueblo en que termina tu etapa del día, tu ruta. Era el comunicarse, el cómo te fue en el camino, alguno con un dolor en un tobillo, otro con una llaga, las ampollas, venía un cura o un fraile y nos bendecía para el día siguiente. Era el dormir como nunca he dormido en mi vida. Dormir con una satisfacción de haber dispuesto tu cuerpo y tu mente en pro de algo.
- ¿Y al llegar a casa?
- Volver a asumir la vida. Uno tiene que saber cuándo es el momento y el lugar para cada cosa. Eso es lo que me traje, no dejar que el mundo de afuera te absorba de nuevo.
En la subida se arrastra el cuerpo
en el descenso se sostiene el alma.
-Comienza un proceso más racional, más metódico en el que tienes que trabajar sobre ese material que traías. ¿Cómo comienza el asunto, cómo te interrelacionas?
- Ante las ganas de irme de nuevo, la escritura es la que me retiene para recordar el camino de nuevo. Empiezo a juntar esas anotaciones donde tuve hasta que descifrar mi propia letra, porque yo lo escribí en medio de la nada. En ese proceso volví a estar de nuevo aquí, en mi casa, con los míos
- Cuando hablas de esas anotaciones te refieres a ellas casi como a un diario de viaje. ¿Cómo es el proceso de limpieza para convertirlo en estos poemas?
- Este poemario viene de la prosa en realidad. A mí me apasiona de más la poesía. Ella lo que hace es como sintetizar, abstraer y crear en imágenes. Pero yo voy a sacar, tal vez el año que viene esa prosa que es la que me permite liberar más en detalles el camino. Por ahora está este poemario con el cual cumplo el cometido a través del parámetro de la poesía.
- ¿Qué esperas que la gente perciba de este poemario?
- Este es un poemario temático sobre el Camino de Santiago, pero espero que la gente lo vea como su camino, que lo asocien con los caminos de su vida, que lo tomen como una meditación, un goce con la naturaleza.
- ¿En qué punto exacto está la conexión?
- La gente conecta con las cuestiones trascendentales que siempre nos hemos preguntado qué son de dónde venimos, a dónde vamos, qué hacemos. Pienso que ese puede ser el contacto para el lector
- ¿Qué del recorrido no está allí?
- Un cansancio físico que traté de no reflejar para que la gente se anime a hacer este camino y supere eso. Es duro porque hay toboganes que subes y bajas pero eso ya lo olvidé. Lo que vale la pena es lo que lograr después de eso.
- ¿Lo volverías a repetir?
- Claro, lo voy a volver a hacer, es como una nueva pausa. Uno nunca termina de hacer los caminos, vas por uno y tomas otro. Es la misma dinámica de la vida
- ¿Al repetir la experiencia que eliminarías?
- No quiero ir con dolor. Quiero volver para recordar la alegría que me produjo, hacerlo con tranquilidad, con otro tono
- Entre el poemario y las crónicas. ¿Cuál es la diferencia en el trabajo que realizas?
- Por supuesto que en el poemario me sentí más a mis anchas porque mi lenguaje primordial, yo diría que materno porque es como me inicié, es la poesía. Hasta ahora me había resistido a la prosa, así que estoy en ese aprendizaje. Lo estoy haciendo siguiendo el concepto de literatura de viaje, narrar lo que se va registrando. En el poemario toco más lo simbólico.
Porque lo que acaba
da lugar a que resucite
la cuenta regresiva
octogonal
- Hablas mucho de la cámara
- Si, me interesa mucho la poesía visual
- ¿Cómo podemos definir la poesía visual?
- Yo suelo llamarla la multimedia de la poesía, se usa también el término poesía intervenida. Un poco porque todos sabemos que la poesía es un género de muy poco feedback porque la gente cree que hay dificultad para acercarse a la poesía. Esta es una manera de buscar ese otro lector a través de lo visual, que primero se impacte con la imagen y que después tenga el acceso a la palabra. Es la eterna lucha, la de que una imagen vale más que mil palabras. Ese es el desafío de todo escritor el de que la palabra también tenga su poder.
- ¿Cómo estás manejando ese concepto ante la gente a quien das clase, buscando el camino de la poesía?
- Les hablo muchísimo de la palabra como significante y significado, aparte de los contenidos. La palabra tiene un valor en sí misma y tiene un alcance también de lo visual, la imagen literaria.
- ¿Cuál es la repercusión de ese mensaje?
- Es que la respuesta como sociedad es que somos un publico visual, estamos en esa demanda, ahora con el internet más todavía. Además, estamos entrando en otras cosas y eso hay que irlo visualizando, más que hablar de poesía o de prosa, porque hay que borrar esa frontera hay que hablar de texto. Ese es el nuevo lector que se está creando, un poco por el mundo virtual, por los blog. En vez de una verticalidad hay una horizontalidad en la lectura porque estás leyendo algo y ese algo te lleva a un enlace que te lleva a otro enlace. De hecho, ya estamos acostumbrados a esa imagen en sobre posición de otra y de otra.
- ¿En esa intertextualidad dónde se queda la palabra, como tal?
Es la que debe manejarse sin que se deje opacar, yo la quiero tratar por igual. En esta presentación audiovisual se observa. Yo puedo mostrar una foto del camino, pero esa foto por si sola es muda. La palabra es la que le da resonancia a esa imagen, ambas se necesitan, en mi caso yo busco la defensa de la palabra.
- ¿Cuándo la frase deja de ser frase para convertirse en poesía?
- Cuando buscas la imagen simbólica. Cuando buscas la palabra que engloba esa sonoridad que registre un tono anímico, que invite a delatar el otro lado.
- Finalmente, cuándo el libro sale de tus manos para pasar a otras, cómo lo sientes?
- Bueno, me gusta lo que surgió. Ahí está como resultado de esa vivencia y como resultado literario. Me esmeré mucho en que trascendiera y se lograra la imagen literaria
- Tu viaje, tus vivencias, tu tristeza, tus silencios, tus extremos, ¿Están allí?
- Todo está allí, aunque no los nombre están allí, recopilados por supuesto en un yo poético
- ¿Cómo crees que va a ser recibido?
- Con la misma calidez con que lo escribí. Además busco la belleza pura de la poesía solar, más bien para que la gente se sumerja en la tranquilidad, en el bienestar.
- ¿Después de este “Buen Camino” a dónde más quiere ir Astrid?
- Primero tengo que reconocerme a mí y después al mundo.
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