domingo, 1 de noviembre de 2009

Corina Silvio a propósito del disco infantil Mirimimí:


Yo dejo vagabundear en mi espíritu la melodía que me llega

Por: Inés Muñoz Aguirre

Hacer una entrevista a Corina Silvio es como montarse en un tiovivo de gestos, tonalidades, recuerdos que trasmiten olores, sabores y sensaciones. Con la frescura de la infancia tomada de la mano esta músico venezolana, residenciada en París desde 1991, ha viajado a nuestro país para presentarnos su disco “MIRIMIMÍ”, dirigido al público infantil, para quien ha trabajado 15 canciones, llenas de historia y musicalidad. Un disco que ahora recorre el país a través de las tiendas Esperanto y que cuenta en su haber con excelentes críticas en Francia, donde vio por primera vez la luz.

Corina describe su disco como un proyecto que fue tomando forma y se le reveló como el resultado de su propio mestizaje cultural. Canciones para bailar, reír y festejar, canciones para soñar y evadirse que se suceden en un viaje lleno de historias, de ritmos y de sensaciones destinadas a despertar en los oídos de quienes lo escuchan un mundo rico y diverso, musical y culturalmente.

Ella explica que sin hacer alusión directamente, sus textos hablan de tolerancia y de la diferencia, como una riqueza en los seres humanos. Se sumergen también en el mundo de la infancia: los viajes imaginarios, los pequeños problemas de la vida, la alegría y la energía inagotable de la infancia. En cuanto a los arreglos expresa que por amor a los niños y por respeto hacia su inteligencia, decidió junto a su equipo de trabajo elaborar arreglos complejos y ricos que evolucionan a lo largo de cada título, con instrumentos que se invitan progresivamente y coros cambiantes. Risas de niños integran cada canción, como en un viaje, generando con ello una gran interacción.

Este disco es también una historia familiar: la melodía de “Mi barquito”, así como la base melódica de “El viento” y del coro de “Cabecita de coco” fueron compuestas por su hija Maïa, quien tenía seis años en aquel momento. La Dirección Artística y la mayoría de los arreglos son de su hermana Sandrah, quien es la fundadora y la directora del ensamble de música antigua Musica Reservata en Venezuela y quien en la actualidad enseña el canto en la Universidad de la Sorbona en Paris y dirige la Camerata Barroca de esta institución. El talento del ingeniero de sonido, Vincent Lepoivre, viene a completar este cuarteto, y es quien con un trabajo a fondo realizó la programación sampler, los efectos sonoros y la instrumentación.

Otro aspecto importante de esta producción discográfica es el libreto que lo acompaña con una página doble a color por canción donde se descubre el texto de éstas. Cada ilustración está compuesta casi exclusivamente de dibujos de niños, de los cuales se ocupó Corina, así como de la composición, del grafismo y del coloreado, incluyendo dibujos de ella.

LOS GRANDES SECRETOS

  • ¿Cómo se inició este trabajo?

Esto surgió. Comencé a escribir cuentos para niños y con los juegos con mi hija, bañándola inventé La Oruguita, y luego otra y otra y otra. Entonces me dije ¿Y por qué no hago un disco? Cuando decidí que podía mostrarle a alguien las canciones que eran solamente para jugar con mi hija, fue la parte más difícil. Me parecía que no eran buenas, que no iban a gustar. Le mostré las canciones a mi hermana, no se las había mostrado porque me daba pena.

-¿Qué surge primero en este proceso, la letra o la música, o van a la par?

- La Oruguita surgió simultánea porque empecé a cantar en la bañera con mi hija, donde inventé una cosa como de dos estrofas o tres. Hubo otras canciones en la que surge una melodía con una imagen, con una idea, un concepto. En el caso de Siki, estaba nadando y me llegó. Me salí de la piscina y la escribí. Con Garabato Garabí me dormí y me llegó la melodía.

- ¿Al llegar la melodía tienes un orden?

- Tengo cuestiones anotadas en una agenda, en una servilleta, en un grabadorcito, en un teléfono celular, en cualquier sitio. Cuando me llega la melodía, no sé que voy a hacer con eso y la idea puede venir después. Yo dejo vagabundear en mi espíritu la melodía que me llega, las anoto cuando son melodías lindas o las grabo, entonces las trascribo, me siento y construyo la canción. Yo no busco la idea dejo que ella llegue, después me siento a formalizar.

- ¿Al vivir ese proceso, tu hija se dio cuenta de lo qué estaba pasando?

- Ah sí, ella estaba muy contenta. Ella se puso también a inventar, un día le vino una melodía en la playa y llegó a la casa, allí la grabó y yo le pregunté en qué la hacía pensar y me dijo que en un barco, entonces le puse la letra. Tengo 15 ó 20 melodías de Maia que nos la he explotado. Ha hecho canciones incluso con letra y música. Ha dejado de inventar melodías pero pienso que eso va a regresar.

-¿Cómo te planteas que lo que haces, se tiene que convertir en un disco?. ¿Cómo lo concretas?

-De repente me encontré atrapada en un frenesí creativo, cuando compuse las nueve de la maqueta. En ese periodo realizo como 40 melodías, pero ya las que estaban listas, están listas. Estaba en terapia y mi terapeuta me dijo: sí, estás haciendo cuentos y canciones pero mientras eso no salga, no existe. Hay que confrontar.

-Después de que se tiene un trabajo musical listo, lo más difícil es conseguir productor. ¿Cómo fue este proceso?

-Hablé mucho con Elena Irribaren quien me animó para este proyecto. Siempre me he encontrado con el problema de que hay productores que te dicen no, porque eso es muy complicado para los niños. Pero bueno, en Francia es muy difícil conseguir productor. Hice 20 copias y se las di a gente a quienes le pedí que se la dieran a otras personas que ellos conocían y que me mandarán el feed back, aquello era realmente un estudio de mercado y me respondieron que en una semana los niños ya se sabían aquello de memoria, que a los adolescentes les gustaban las canciones, a los padres les encanta y poco a poco con ese feed back fue lo que me dio fuerza para insistir y lograr sacar un disco en Francia donde es dificilísimo. Un productor me decía que en Francia se necesita de 20% de talento y 80% de perseverancia y yo soy muy perseverante. Yo ahora estoy más segura de mí porque sé que lo que hago encuentra su público, que lo que yo haga le guste a los niños, es lo único que me interesa.

-Cuándo hablas de esta forma, ¿qué crees que necesitan los niños?

-Los niños necesitan de lo que tienen que alcanzar, necesitan de temas que les hablen de tolerancia, de ecología. Pienso que el trabajo para los niños ha sido considerado como un arte menor salvo excepciones que las hay en la literatura, en la música. Me parece que es muy importante revalorizar este arte, porque trabajar para los niños es lo más importante. Es un trabajo diferente, si el producto es bueno se vende durante años. Siempre habrá niños de 4 años, de 5 de 6. Son trabajos a largo y mediano plazo.

-Con respecto al trabajo gráfico, ¿como viviste ese proceso?

-Me pregunté cómo hacía para acompañar la maqueta. Soy muy perfeccionista. Agarro dibujos de mi hija, y comienzo a trabajar con photophop, armé un librito que acompañaba la maqueta para llevarlo a las disqueras. Comencé a hacer una diagramación. Trabajé con Prismacolor. Hay dibujos de niños, de mi hija, dibujos míos. Gocé un mundo coloreando.

MIRANDO HACIA LA INFANCIA

-Normalmente este tipo de trabajo tiene unas referencias en los procesos educativos, en el entorno familiar, en las experiencias de niños. ¿Cómo se inicia tu relación con la música?

-Yo estudié en el colegio Santiago de León. Allí hicieron un coro el cual dirigía nada más y nada menos que Isabel Palacio y cuando ella se ponía enferma o faltaba, venía Alberto Grau. Cuando eso comenzó mi generación tenía unos 10 años. Era la época del movimiento Cantemos que organizaron Alberto Grau y María Guinand. Ese movimiento dio origen a una generación de músicos. Al mismo tiempo, ya estaba Abreu con las orquestas infantiles y juveniles. Fue una época en Venezuela, los años 70, que hubo un boom musical enorme en Venezuela, de mi época son Luis Julio Toro, Cira Parra, Alonso Toro, Ivan Marcano, María Antonia Palacios. En mi promoción hay 4 músicos, en la promoción de Sandrah, mi hermana, otros cuatro. Ese fue un momento estelar. Sandrah se decidió muy temprano hizo una licenciatura en arte y se dedicó al canto, a la música. Yo hice un viaje, estudié biología y después me di cuenta de que aunque me interesa mucho, lo científico no era lo mío. Trabajé en cine, hice guiones. Me casé con un biólogo Pedro Sánchez y enviudé, dos o tres años más tarde conocí a un francés y me fui hace 18 años.

- Si te pidiera una referencia concreta de tu infancia, ¿qué me dirías?

- Yo creo también que de mi niñez hay algo muy importante que eran las comiquitas que veíamos en esa época. Veíamos comiquitas de los 50, Merry Melodies, con jazz. Esas comiquitas son una influencia muy importante. Mi hermana y yo nos la pasábamos haciendo voces, teníamos gatos y perros y los gatos hablaban y yo lo sigo haciendo en mi casa, tengo un macho y una hembra y le hablo a cada uno con su voz. Hacíamos películas con los animales. Hicimos tantas voces que cuando fuimos a estudiar canto, ya teníamos la voz colocada.

- En este trabajo tuyo confluye el acto creativo, la música, la pintura, el dibujo, hay una carga que parece en permanente ebullición, ¿crees que el hogar en que creciste es el origen de toda esa inquietud?

- Sí es verdad, mi casa fue muy importante para mí. Yo crecí con Aquiles Nazoa que era como un tío, fue una época dorada. En mi casa se hacían muchas reuniones. Todos los sábados. Venían filósofos, pintores, etc. Mis padres me llevaban a los conciertos, a todos lados. Mi hermana y yo tuvimos un alimento increíble. Tengo recuerdos en Sabana Grande, pequeña, siguiendo a la República del Este del bar en bar. Al cabo de cierto tiempo los botaban por borrachos y se iban a otro bar. Tengo recuerdo a las 3 de la mañana con gente recitando sus poemas. Yo crecí con eso. Yo creo que era una sinergia de esa época.

- ¿Tienes recuerdo de lo que hablaban?

- Si, los escuchaba. Eso lo modela a uno. Siempre recuerdo que cuando tenía 10 años dije: bueno, yo no entiendo cuál es el problema que tiene la gente con el movimiento hippie, si ellos crearon otra sociedad de consumo, un grupo que se suponía que combatía la sociedad de consumo. Yo intervine y todos me escucharon.

- Este disco tuyo tiene una dedicatoria especial que te enlaza nuevamente con el pasado…

-Mi disco está dedicado a mi primer marido que murió y era un hombre extraordinario y a Aquiles Nazoa que ejerció en mí una gran influencia, yo le debo mucho. Yo no puedo contar el número de horas que pasé con él. Era una persona extraordinaria. Recuerdo matrimonios, fiestas, reuniones, nos veía a mi hermana y a mí y nos decía échenme cuentos. Era como un niño y le encantaba estar con los niños.

-¿Tienes recuerdos especiales que lleves siempre contigo?

Recuerdo una vez que Aquiles dijo que tenía que dar una conferencia sobre La Flauta Encantada de Mozart en Maracay. Cuando llegamos al Hotel Maracay él dijo: bueno Mariita, vete con Eloy y Colette y yo me llevo a las niñas, nos fuimos en ese Volkswagen blanco que tenía y puso un cassete de la Flauta Encantada y habló durante todo el viaje de lo que él iba a decir; tomando cerveza. Cuando pienso en eso digo ¡Dios mío!, que suerte tuvimos. Después ese fue el carro donde Aquiles se mató. Él se ponía a tu altura y también había momentos regresivos donde decía chistes groseros.

Con estos recuerdos, esa mujer que se describe como una niña tímida con grandes lentes, debido a una miopía muy fuerte, pero excelente estudiante, habla llena de pasión. Lo hace de la misma forma para contar que no le gusta que le tomen fotos como para explicar que vive en París porque se enamoró de un actor francés. En la actualidad define que se ha encontrado con que el trabajo para los niños es una vocación, mientras reconoce que el nadar y montar bicicleta le funcionan como una fuerza liberadora, mientras se prepara para su segundo trabajo. Mirimimí está allí, con toda su fuerza testimonial, recreativa, para hacer su recorrido en el país, buscando llegar a los niños en todas las ciudades.

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