sábado, 1 de agosto de 2009

DE LA INVESTIGACION LITERARIA A LO REAL


Por: Inés Muñoz Aguirre

HÉCTOR JAIMES, tiene varios años viviendo fuera del país, actualmente se desempeña como profesor asociado del Department of Foreign Languages and Literatures, North Carolina State University, Raleigh, NC.

Entre libros, estudiantes, bibliotecas y un trabajo de investigación continua se acerca a la literatura con una visión mucho más analítica que la que podría tener cualquiera de los “simples mortales” que vemos los libros de nuestros escritores exhibidos en la vidriera de unas cuantas y renombradas librerías y dicha muestra se nos torna casi que en mensaje suficiente para pensar erróneamente que nuestras letras se deslizan libremente por el mundo, generando una especie de encantamiento que algunos se toman muy en serio.

Nuestro investigador nos mira a los ojos mientras habla pausadamente. Casi seguramente tratando de impedir que se le cuele la palabra que será considerada como de demás, pero a pesar de los silencios reflexivos no deja de abordar con crudeza ciertas temas y de responder con amplitud a nuestras preguntas.

-Cuando llego a Estados Unidos me di cuenta que el estudio de la literatura venezolana es relativamente un estudio marginal. Eso tiene que ver con que hay proyectos editoriales de mucho más peso como en México, Argentina, autores obviamente de mucho renombre y creo que eso ha perjudicado bastante la difusión de la literatura venezolana. Nosotros tenemos como referencia dos buenas editoriales que son Monte Ávila y la Biblioteca Ayacucho, pero la Biblioteca Ayacucho se ve como un libro que compran las bibliotecas. No es un libro que circula mucho en la gente. Monte Ávila ha pasado por muchos altibajos, no se ha tenido la visión de empresa, mientras que si se compara con otras editoriales de renombre como Alfaguara, Sur; Siglo XXI son editoriales que son una empresa y por eso llevan adelante sus proyectos.

- ¿Qué es lo primero que te planteas en relación a nuestra literatura, una vez que te vas del país?

-Yo tenía en mente desarrollar el estudio de la literatura venezolana, pero no hallé enfoque, quise hacer una investigación de tesis de grado y me decía, bueno, no vas a llegar muy lejos. Entonces combiné un estudio de diferentes autores. En mi primer libro publicado en España “ La re-escritura de la historia del ensayo hispanoamericano “ estudio a seis ensayistas y hago un análisis de cómo el ensayo de corte histórico, es una especie de teoría de la historia. Por otro lado analizo las cartas de Bolívar, lo que los académicos llaman un proto ensayo y termino con Mariano Picón Salas. Ese estudio sobre el ensayo ha tenido bastante reconocimiento internacionalmente.

- ¿Cómo lograste finalmente canalizar tu interés en el ámbito de la investigación?

Me ha entusiasmado obviamente la cuestión venezolana y específicamente la cuestión de la memoria, parte de mis estudios ha sido, analizar, cuestionar, reflexionar, sobre como la memoria individual y colectiva como la memoria histórica tienen una significación social e inclusive política, de ese tema he pasado ya a la cuestión Latinoamericana. He pasado ya a otros dos proyectos de libros. En uno he rescatado unos textos inéditos de David Alfaro Siqueiros , estoy preparando la introducción para publicar el libro y el otro libro que estoy preparando siguiendo en este caso con el muralismo y la revolución mexicana se llama tentativamente “Muralismo mexicano y estética marxista” . También tengo estudios en un segundo plano de cómo funciona la memoria en la historia del cine Latinoamericana.

-No puedo evitar que me impacte el hecho de que te encontraras con que la literatura venezolana no le interese a nadie, pero independientemente del hecho editorial, ¿Cómo crees que es vista nuestra literatura en el exterior?

-No quiero generalizar pero voy a hacerlo. Es una literatura muy poco conocida. Es una literatura muy poco estudiada, casi que es una literatura marginal. Si pensamos en grandes novelistas, yo creo que ni siquiera Rómulo Gallegos es muy leído, ni José Balza, ni Denzil Romero, ni Ana Teresa Torres…

-¿Es decir que solo tenemos algunos nombres, aquí?

-Esos son prácticamente nombres aquí y más nada

-Crees que además de la labor que le corresponda hacer a las editoriales, hay alguna labor que los escritores no están haciendo para poderse proyectar hacia afuera, o es que estamos engañados y nuestra literatura no tiene los méritos suficientes como para convertirse en una propuesta más de carácter universal

- Bueno, creo que habría que examinar caso por caso y habría que ver qué autor no tendría para una proyección de carácter internacional, no quisiera lanzarme a aseverar quien pasa y quien no, pero creo que desde el punto de vista editorial ha habido una falla. Creo que nos hemos creído en Venezuela que si publicas en Monte Ávila ya eres un autor universal. Monte Ávila ha tenido una distribución relativamente menor. ¿Qué hacer? Yo creo que el autor, el escritor, ante el mundo que tenemos ahora debe participar en la sociedad activamente. ¿A qué me refiero? Presentar los libros, dar conferencias, dar seminarios. Tratar inclusive de comercializar el libro más allá del libro, que se haga una película, que se convierta en un libro de texto, que se estudie en las universidades. Tal vez esa no debería ser la labor del escritor propiamente, pero si se entra en un circuito editorial promocionado por la editorial, promocionado por las universidades, por el Estado. Por lo tanto el estudio de la literatura venezolana tendría más impacto. Tal vez en Venezuela ha habido una especie de literatura insular y siempre tratamos de ver lo que se publica en el exterior como mejor y eso no quiere decir que lo nuestro no sea de calidad, pero creo que definitivamente proyectándonos hacia afuera conseguiríamos que sea el lector quien diga que es lo mejor.

- ¿Crees que además hay que responder a unas características especificas, para que la investigación sea también un ámbito de interés general?

- Bueno, el ámbito académico de Estados Unidos crea de alguna manera la dirección de interés. Hay modas de investigación, hay unas que pasan y otras que están en el ojo del huracán. La literatura en Estados Unidos como motivo de estudio prácticamente está muriendo, de allí que veas que los departamentos de Investigación se están convirtiendo en centro de estudios culturales. De alguna manera la antropología y la sociología se han incorporado en estos estudios de disciplina, donde la literatura ha pasado totalmente a un segundo plano. Estudiar literatura como estudiante o como profesor en Estados Unidos es casi que visto como algo muy conservador. Si uno quiere mantenerse en la actividad de punta de la investigación tienes que buscar espacios de interés. En San Francisco di una conferencia sobre la Batalla de Chile por un documental sobre el golpe de estado de Patricio Guzmán y se me acercó una editorial inglesa para saber si yo tenía el libro elaborado para lanzarlo. Yo hago estudios culturales que no se restringen a la literatura, porque obviamente, además debes tomar en cuenta que quien se restringe al estudio de la literatura debe conocer el idioma muy bien. Si analizas películas vas a lo visual, a lo más amplio, a lo más conocido.

HACIENDO UN POCO DE HISTORIA

  • ¿Cómo comienza tu relación con la investigación, desde Estados Unidos?
  • Yo termino mis estudios de filosofía en el año 89. Ese año para mí fue muy traumático, aunque considero que lo fue para toda la humanidad. Fue el año de la caída del muro de Berlín, fue el año de El Caracazo, fue un año de muchos conflictos. Termino los estudios, quedo traumatizado con lo del Caracazo y sentí que debía cambiar de ambiente. Llego a Estados Unidos planteándome como ganarme la vida y la única respuesta que me di sin consultar con nadie, fue que iba a trabajar como profesor de español. Así que meto en mi modesta maleta dos libros: La Gramática de Andrés Bello y el Pequeño Larousse Ilustrado y hoy, esos siguen siendo los dos libros con los cuales me gano la vida. Después voy a la universidad para ver como trabajo de profesor y me exigen un doctorado. Me hago primero una Maestría en la Universidad de Nueva York y después hago un doctorado en la Universidad de Pensilvania. Entonces, me ofrecen un puesto de profesor en la Universidad de Carolina del Norte en la ciudad de Raleigh que es donde vivo y donde he estado los últimos 10 años
  • ¿Cómo entraste en la dinámica de la investigación y la publicación, desde el punto de vista de que lo que generas llegue al lector interesado?
  • Algo bonito de la investigación en Estados Unidos es que es como que si entraras en un molino dentro de una máquina en la que no puedes parar, entonces tienes que ser muy dinámico para proponer los estudios de investigación. Cuando vine a Venezuela en el año 95 para encontrar material inédito de Mariano Picón Salas, me encuentro con un texto inédito, bellísimo de Pedro Emilio Coll. Un texto que él se lleva a Paris en 1915 como Cónsul de Venezuela en el gobierno de Gómez, ese texto para mí fue muy emocionante y me digo, esto tiene que publicarse y mientras hacía mi trabajo doctoral, publiqué el libro aquí en Caracas con la editorial Trópicos. Cambié mi tesis doctoral, la transformé y la convertí en un libro de Historiografía. Allí tengo un capítulo dedicado a Octavio Paz a quien conocí poco antes de que se le otorgara el Premio Nobel. La obra de Paz me sedujo por un tiempo y a partir de ese capítulo realicé algunas investigaciones que han sido publicadas y me planteo que Octavio Paz es más interesante como ensayista que como poeta. Su poesía es muy intelectual, muy teórica, no gusta de buenas a primeras, mientras que los ensayos son mucho más amplios. El libro se publica en México, lo hace Siglo XXI y se llama “Octavio Paz la dimensión estética del ensayo”. Esa edición hace que la gente lo vea a uno como un estudioso de Paz.
  • ¿Después de este proceso, hacia dónde vas?
  • En este momento mi interés es por la cultura. La estética particularmente me ha demostrado mi interés por la filosofía, las artes, la música, la antropología, la filosofía, la historia, el pensamiento crítico, las artes, la política…
  • Con tantos temas obviamente se puede confluir en distintos libros ¿Cómo ves entonces tu relación actual con el arte de escribir?
  • Cuando me voy tengo muy presente ser Latinoamericano y con la conciencia de reafirmar esa identidad, mis estudios, investigaciones y escritos siempre van a tener de fondo este tema. Me parece muy importante el tema de la frontera cultural. Por un lado pienso que mi trabajo es y seguirá siendo una investigación crítica, pero también desde un punto de vista amplio estoy haciendo preservación de la cultura Latinoamericana, porque si no se estudia y se investiga esos temas pueden quedar muertos. Creo que el investigador debe tener eso muy presente y desde ese punto de vista hago política de preservación cultural. En cuanto a temas surgirá el del arte, de la pintura, el tema cultural, el del cine
  • ¿Cómo funciona esa política con la sociedad?
  • Crea una actitud política mucho más práctica, si hablamos de la preservación de espacios culturales, literarios, sociales, estamos hablando de una política de resistencia ante propuestas que invadan nuestra memoria cultural.
  • ¿Qué es escribir para ti?
  • Antes, de muchacho, quizá románticamente era escribir poemas, buscar la fama, el prestigio literario que en este momento para mí no tiene ninguna importancia. Al escribir y desarrollar los temas con este corte político, creo que satisfago una inquietud intelectual y al mismo tiempo hago una labor colectiva, de conciencia, y siempre modestamente abordo mi investigación como una especie de aporte a un tema. No busco tener la última palabra sobre el tema; busco sí abrir espacios de debate y que mis investigaciones sirvan para debates aun mayores.
  • ¿Cómo has encontrado los espacios culturales del país, a tu regreso?
  • Estando acá siento, noto una riqueza muy grande de temas de investigación. Desde mi trabajo de investigador solitario, frio, extraño el contacto con la gente, el pueblo venezolano es jocoso, jovial, libre. Creo que debo participar más activamente en proyectos en Venezuela.
  • La memoria es la historia, ¿Cómo se puede cultivar, cómo hacemos para sujetar nuestra historia?
  • Una de las ramas de la filosofía que más me ha influenciado es la filosofía de la historia, Hegel tiene importantes tratados sobre el tema, Marx sobre la dialéctica de la sociedad. En Venezuela no se estudia la filosofía de la historia. La historia se enseña de una manera fría, el individuo no se conecta con fechas, nombres de batallas. La historia es conocimiento del transcurso humano, hay que conectarse de otra manera, se necesita de una educación y es algo muy ambicioso. Comenzando por pequeños espacios, el pueblo, la gente y la gente preparada debe relacionar lo que somos como país con la historia nacional y la historia universal para poder entendernos. Cuando escuchamos los discursos políticos, es muy fácil notar que la gente no tiene para nada una conciencia de lo que es la dialéctica de la historia, ni como país, ni como individuo. Vivimos una vida muy inmediata, eso consume a la persona y proyectarse hacia el futuro es algo prácticamente imposible.
  • De lo que has visto, ¿Qué es lo que más te ha sorprendido?
  • Me entusiasmó muchísimo notar a través de amigos, de la prensa, una actitud del Estado y de la gente hacia la cultura. Hay un despertar y me parece muy interesante masificar las publicaciones, la gente tienen mucho interés en talleres literarios, musicales. Vivimos una etapa de transición muy interesante. Soy muy optimista de que esta etapa va a traer cambios positivos hacia la cultura. La gente joven que se quiera desarrollar como escritores y como artistas deben hacerlo con entusiasmo porque creo que hay un futuro esperanzador. El tiempo en que vivimos no se debe desaprovechar como experiencia humana.

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